GENERAR RESILIENCIA FRENTE A LA INCERTIDUMBRE

El enfoque multifacético de la AIF para la preparación ante las crisis salva vidas

Los devastadores impactos de los ciclones tropicales Idai y Eloisa se tradujeron en graves inundaciones en los campos agrícolas de Sofala Buzi, Mozambique.

Los devastadores impactos de los ciclones tropicales Idai y Eloisa se tradujeron en graves inundaciones en los campos agrícolas de Sofala Buzi, Mozambique.

“Si no te preparas, te estás preparando para fracasar”.

Benjamin Franklin

Cada año se registran más de 400 desastres naturales en todo el mundo, poniendo en peligro a millones de personas, especialmente aquellas que viven en países que reciben asistencia de la Asociación Internacional de Fomento (AIF). En 2023, estas catástrofes provocaran pérdidas abrumadoras de USD 250 000 millones y cobraron 74 000 vidas a nivel mundial. Las graves tormentas regionales fueron responsables del 76 % de las pérdidas económicas. Además, se espera que el inminente cambio climático desencadene fenómenos meteorológicos aún más destructivos en las regiones costeras de todo el mundo, lo que pone de relieve cuán urgente es la situación.

Definir qué es un desastre es complicado, ya que existen numerosas descripciones formales. La definición, según el diccionario RAE, es “Desgracia grande, suceso infeliz y lamentable”.

Los desastres pueden ser de origen natural (por ej., terremotos, erupciones volcánicas, huracanes, inundaciones) y provocados por el hombre (por ej., guerras, cambio climático, accidentes). Si existe preparación, los peligros naturales no tienen por qué transformarse en eventos catastróficos.

Invertir para minimizar los daños

La exitosa resiliencia de Mozambique frente al ciclón Freddy es un modelo convincente derivado de las enseñanzas extraídas y aplicadas después del ciclón Idai en 2019. El 5 de febrero de 2023, una pequeña perturbación meteorológica frente a las costas del noroeste de Australia se convirtió en el ciclón Freddy, el ciclón tropical de más larga duración de la historia. Se desplazó 8046 kilómetros a través del océano Índico y azotó el sur de Mozambique casi tres semanas después.

El 24 de febrero de 2023, Avelino Binda, un pescador de Inhambane, una provincia del sur de Mozambique, se alistaba para salir al mar como de costumbre cuando recibió una alerta sobre la llegada de una inminente tormenta.

La población aún recordaba muy bien la devastación causada por el ciclón Idai (i). Con la ayuda de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), Mozambique desarrolló un nuevo sistema de alerta temprana (i) para rastrear y minimizar los posibles peligros, y el país pudo actuar con prontitud y salvar vidas. Este sistema de alerta temprana permitió a Avelino y a las comunidades prepararse y encontrar refugio rápidamente.

Pasar de la respuesta a la resiliencia

Luego, el ciclón Freddy se fortaleció y volvió a azotar Mozambique y Malawi el 11 de marzo de 2023, causando inundaciones devastadoras producto de las fuertes lluvias y mareas de tormenta. Desafortunadamente, este ciclón provocó más de 1000 muertes y desplazó a cientos de miles de personas en Malawi. La AIF reorientó el financiamiento destinado a ayuda esencial, y en una evaluación de las necesidades posteriores al desastre se calculó que los daños ascendieron a USD 600 millones y las necesidades de recuperación a USD 700 millones. Con la vista puesta en el largo plazo, la AIF está preparando un programa integral de resiliencia y respuesta a crisis (i) para ayudar a Malawi a ampliar el trabajo esencial relacionado con los paisajes degradados.

La NASA rastrea a Freddy, el ciclón tropical de más larga duración del que se tenga registro. Producido por el Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA.

La vulnerabilidad de África a los riesgos de desastres*

África es el continente más vulnerable a los riesgos de desastres. Entre 2015 y 2022, se registraron más de 700 desastres naturales, que afectaron a más de 80 millones de habitantes y causaron la muerte de más de 66 000 personas. Las sequías, los ciclones y las inundaciones perjudicaron a más personas y socavaron el desarrollo económico.

* Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) (i).

¿Cómo aborda la AIF la preparación para las crisis?

Un pescador prepara sus redes de pesca en la aldea pesquera de Jamestown, en Accra, Ghana.

Foto: Dominic Chavez/Banco Mundial

Foto: Dominic Chavez/Banco Mundial

En el mundo incierto de hoy, donde las personas —especialmente en muchos países clientes de la AIF— están expuestas al riesgo de fenómenos climáticos extremos, pandemias, conflictos y violencia, es crucial estar preparados para las crisis.

La AIF considera que la preparación para hacer frente a las crisis es una prioridad en materia de políticas, con el objetivo de lograr que los países comprendan mejor los riesgos de crisis esenciales y fortalecer su capacidad de gestión de una serie de conmociones. Con este fin, la AIF ofrece un amplio conjunto de herramientas para ayudar a los países a gestionar sus riesgos de crisis. Este cubre diversos tipos de crisis en varias fases de la aparición del riesgo, desde el fortalecimiento de la resiliencia hasta las intervenciones posteriores a crisis.

Una herramienta importante que utiliza la AIF es el Servicio de Respuesta ante las Crisis (SRC), que proporciona, como último recurso, financiamiento adicional a los países clientes de la AIF para abordar los impactos de los desastres naturales graves, las emergencias de salud pública y las crisis económicas. La AIF también utiliza el financiamiento para respuestas tempranas (FRT) en caso de acontecimientos menores que pueden convertirse en crisis mayores, pero que aún se encuentran en las primeras fases. Este financiamiento constituye un apoyo inmediato y promueve la resiliencia, un aspecto vital de la gestión de desastres a largo plazo.

Si bien es imposible prevenir todas las crisis, la AIF adopta un enfoque integral e intersectorial para fortalecer los sistemas y las instituciones.

Las herramientas específicas para crisis, como la opción de giro diferido en caso de catástrofe (PDF, en inglés), promueven los debates sobre políticas y las reformas en materia de resiliencia. La AIF destina el financiamiento de proyectos no utilizado a la respuesta a las crisis aplicando los componentes contingentes de respuesta ante emergencias (CCRE) (PDF, en inglés). Estas herramientas constituyen financiamiento acordado en forma anticipada al que los países pueden acceder rápidamente en caso de que ocurra un desastre.

Un nuevo conjunto de herramientas ampliado

El Banco Mundial, como un asociado firme y comprometido, apoya activamente los esfuerzos de los países clientes de la AIF con un conjunto ampliado de herramientas de preparación y respuesta para casos de crisis. Este nuevo conjunto de herramientas constituye una solución sólida e integral diseñada para abordar los diversos desafíos en materia de gestión de crisis, al brindar tranquilidad e infundir confianza sobre su eficacia. Implica una planificación meticulosa para prepararse frente a los posibles impactos socioeconómicos de las crisis, garantizar un acceso predecible y oportuno a los recursos, y mitigar los impactos fiscales a largo plazo.

El nuevo conjunto de herramientas, una solución integral y amplia, incluye una serie de funciones para reforzar la preparación ante las crisis:

  • Permite a los países posponer temporalmente los reembolsos de la deuda para centrarse en asuntos esenciales sin preocuparse por las obligaciones financieras.
  • Proporciona flexibilidad para reasignar rápidamente fondos para la respuesta ante emergencias, garantizando el acceso inmediato a dinero en efectivo. Ayuda a los Gobiernos a desarrollar sistemas de emergencia avanzados que faciliten una preparación plena para responder desde el inicio.
  • Introduce nuevos tipos de seguros para apoyar los proyectos de desarrollo, lo que facilita una rápida recuperación y reanudación de las obras.
  • Ofrece mejores seguros contra catástrofes para proporcionar recursos sin aumentar la carga de la deuda.
Gran Muralla Verde de Etiopía en la región de Tigray.

Foto: Andrea Borgarello/Banco Mundial

Foto: Andrea Borgarello/Banco Mundial

Análisis de deficiencias en la preparación para las crisis (ADPC)

Si bien muchos países clientes de la AIF toman medidas proactivas con el fin de mejorar su preparación para gestionar crisis complejas, es necesario seguir avanzando. El Banco Mundial utiliza el análisis de deficiencias en la preparación para las crisis (ADPC) (PDF, en inglés) como parte del nuevo conjunto de herramientas. Esta herramienta de diagnóstico de alto nivel evalúa las deficiencias y debilidades de los sistemas de respuesta de los países para encontrar formas de mejorar la preparación para las crisis en el contexto de un diálogo integral sobre la gestión del riesgo de crisis y la resiliencia. Se desarrolló para respaldar la implementación de los compromisos de políticas relacionados con la preparación para las crisis en el marco de la AIF-20 (i).

El ADPC se centra en cinco componentes.

La evaluación del ADPC es integral y abarca tanto elementos intersectoriales de la preparación que son propios de cualquier tipo de conmoción (por ej., la capacidad de brindar apoyo a los hogares vulnerables a través de la protección social adaptativa [i]) como los elementos específicos de las conmociones (por ej., la capacidad de vigilancia de enfermedades o los sistemas de alerta temprana de desastres). Este enfoque integral garantiza que no se pase por alto ningún aspecto de la preparación para hacer frente a las crisis.

ADPC: Componentes de la preparación para las crisis

FUNDAMENTOS LEGALES E INSTITUCIONALES

COMPRENSIÓN Y SUPERVISIÓN DE LOS RIESGOS

PREPARACIÓN FINANCIERA

RESPUESTA PRIMARIA

APOYO SOCIAL Y A LOS MEDIOS DE SUBSISTENCIA

En el ADPC se presenta el perfil de riesgo del país, se identifican las deficiencias y se entregan recomendaciones prácticas para los responsables de formular políticas. También se describe una hoja de ruta para implementar la preparación en todos los sectores pertinentes, empoderando a los encargados de la formulación de políticas con medidas prácticas para mejorar la preparación para las crisis.

Planning and Preparing for Crises

Adobe Stock/488650808

Adobe Stock/488650808

Entérese de qué manera las inversiones de la AIF aumentan la resiliencia y mitigan los riesgos en los países y las comunidades de ingreso bajo.

Bangladesh es reconocido por gestionar con eficacia los desastres naturales. Desde 1970, ha reducido en 100 veces la cantidad de muertes relacionadas con los ciclones. El país cuenta con una sólida red de sistemas comunitarios de alerta temprana y sofisticadas tecnologías hidrometeorológicas para la predicción meteorológica. Con el apoyo de la AIF, Bangladesh ha podido construir refugios contra ciclones, reforzar los sistemas de pólderes, mejorar los sistemas de alerta temprana y modernizar los diques (i).

Coastal embankment in Bangladesh.

Foto: Habibul Haque/Banco Mundial

Foto: Habibul Haque/Banco Mundial

El país aún enfrenta un riesgo importante derivado de los peligros relacionados con el clima debido a su ubicación (i) y experimenta pérdidas anuales de alrededor de USD 1000 millones tan solo por los ciclones tropicales. Sin embargo, ha recorrido un largo camino, y la AIF continuará ayudando a Bangladesh a mejorar su resiliencia a través de soluciones innovadoras (i).

Hasina BegumMaestra principal de una escuela primaria en Barguna, Bangladesh.

Foto: Arne Hoel/Banco Mundial.

Foto: Arne Hoel/Banco Mundial.

“El cambio climático hace más difícil la vida de las comunidades vulnerables como la mía. Tendremos que trabajar más duro para adaptarnos. Pero cada vez que me entero de que se está construyendo un nuevo refugio o reparando uno existente, sé que todavía hay esperanza para nuestras aldeas y nuestras familias”.

Hasina Begum
Maestra principal de una escuela primaria en Barguna, Bangladesh.

El mundo es más resiliente a los desastres

GRÁFICO: Cantidad de desastres naturales registrados, 1900 a 2023 (El número de desastres naturales notificados en todo el mundo en un año determinado. Cabe señalar que esto refleja en gran medida un aumento en la información de datos, y no debe utilizarse para calcular el número total de eventos.)

Según la base de datos internacional sobre catástrofes (EM-DAT) del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED)En los últimos 20 años, el número de catástrofes ha aumentado de 100 al año en los años setenta a unos 400 en todo el mundo.

Según la Base de Datos Internacional sobre Desastres (EM-DAT) (i) del Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED), el número de catástrofes aumentó de 124 en 1980 a 410 en 2023. Con el impacto del cambio climático, el mundo experimentará fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y graves, como ciclones tropicales intensos, que provocarán mayores niveles de inundación en las regiones de baja altitud. (Cabe señalar que el aumento de los desastres notificados puede deberse en parte a los mejores informes de datos desde la década de 1970).

GRÁFICO: Promedio decenal: Tasas de mortalidad por desastres naturales, mundial (Las tasas de mortalidad se miden como el número de muertes por cada 100 000 personas.)

El número de muertes anuales se ha reducido casi tres veces, gracias a las previsiones meteorológicas y los avances en la gestión de desastres.

Gracias a los avances en los pronósticos meteorológicos y la gestión de desastres, el número de muertes (i) anuales se ha reducido casi tres veces. La implementación de un sistema de alerta temprana de inundaciones, sequías, olas de calor y tormentas puede ayudar a advertir a las personas sobre condiciones climáticas peligrosas, proporcionar información sobre cómo minimizar los impactos inminentes y, en última instancia, salvar vidas. No obstante, una de cada tres personas en los países de ingreso bajo y los pequeños países insulares en desarrollo aún no se benefician de los sistemas de alerta temprana.

“Planifica lo difícil mientras es fácil; haz lo grande mientras es pequeño”.

Sun Tzu

Proteger a las personas con sistemas de alerta temprana

Actualización del tiempo en la escuela secundaria Shreeshitalacom. Kaski, Nepal

Foto: Simone D. McCourtie/Banco Mundial

Foto: Simone D. McCourtie/Banco Mundial

¿Cómo funciona en Mozambique?

El Instituto Nacional de Meteorología (INAM) emite alertas meteorológicas basadas en imágenes satelitales, radares y datos de la red de observación. El Instituto de Comunicación Social (ICS) luego difunde estas alertas a través de su red de 70 radios comunitarias y miembros de la comunidad capacitados. El objetivo es advertir a las comunidades en riesgo y guiarlas para que se pongan a salvo antes de que ocurran fenómenos meteorológicos extremos. La AIF ha promovido activamente la creación y el fortalecimiento de comités locales de gestión del riesgo de desastres (i) en todas las comunidades vulnerables de todo el país.

En un estudio de la Comisión Global de Adaptación (i) se concluyó que los sistemas de alerta temprana multiplican más de 10 veces el rendimiento de la inversión. Una advertencia de solo 24 horas sobre la llegada de una tormenta o una ola de calor puede reducir los daños en un 30 %, y una inversión de USD 800 millones en sistemas de ese tipo en los países en desarrollo podría evitar pérdidas anuales de entre USD 3000 millones y USD 16 000 millones.

A pesar de los progresos, muchos países clientes de la AIF aún deben subsanar las deficiencias en los pronósticos y, lo que es más importante, las deficiencias de comunicación para superar las peores consecuencias. Los últimos avances en los modelos meteorológicos basados en inteligencia artificial (IA) permiten predecir de forma eficaz en función de los costos proyecciones climáticas a largo plazo y fenómenos meteorológicos extremos. Sin embargo, no basta con mejorar las predicciones; la información debe comunicarse eficazmente para que las personas puedan tomar las medidas necesarias.

Reconstruir de manera más resiliente, sólida y rápida

El 25 de abril de 2015, un terremoto de magnitud 7,8 sacudió el centro de Nepal. Menos de un mes después, se produjo otro terremoto (de magnitud 7,3) que causó más de 8700 muertes y alrededor de 25 000 heridos.

En un experimento pionero, la AIF ayudó a reconstruir 330 000 viviendas utilizando un enfoque dirigido por los propios propietarios (i). Los dueños de las viviendas tomaron las decisiones sobre la reconstrucción, pero debieron cerciorarse de que las casas cumplieran con las especificaciones técnicas. La AIF mejoró las prácticas de construcción resiliente capacitando a ingenieros y albañiles en habilidades de construcción resistente a los terremotos en Nepal, como lo hizo después de los terremotos que asolaron Pakistán y Haití en 2005 y 2010, respectivamente.

Terremoto devasta ciudad en Nepal, 2015

Fotografía: Laxmi Prasad Ngakhusi/Banco Mundial

Fotografía: Laxmi Prasad Ngakhusi/Banco Mundial

Kamala B. K. es una de las 149 mujeres que recibieron capacitación en albañilería y que fueron contratadas en los 14 distritos más afectados por el terremoto.

Fotografía: Oficina de Nepal/Banco Mundial

Fotografía: Oficina de Nepal/Banco Mundial

“La capacitación para ser albañil cambió mi vida. Me dieron la oportunidad no solo de adquirir nuevas habilidades y experiencias, sino también de servir a mi comunidad”.
Kamala B. K. es una de las 149 mujeres que recibieron capacitación en albañilería y que fueron contratadas en los 14 distritos más afectados por el terremoto.

Crisis climática

El cambio climático es inevitable, y ningún país es inmune a sus impactos. La evidencia científica abrumadora muestra que este provoca daños ambientales, desastres naturales más frecuentes y fenómenos meteorológicos extremos, como sequías intensas, tormentas, olas de calor, escasez de alimentos y agua, crisis económicas, y una posible escalada de los conflictos. Las actividades humanas son la causa principal del cambio climático reciente (i), y la respuesta de la naturaleza crea un ciclo que se perpetúa a sí mismo.

A pesar de aportar solo alrededor del 4 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, los países clientes de la AIF son los más afectados. En un estudio del Banco Mundial se advierte que el cambio climático podría sumir en la pobreza a 132 millones de personas para 2030 (PDF, en inglés).

El cambio climático es inevitable, y ningún país es inmune a sus impactos. La evidencia científica abrumadora muestra que este provoca daños ambientales, desastres naturales más frecuentes y fenómenos meteorológicos extremos, como sequías intensas, tormentas, olas de calor, escasez de alimentos y agua, crisis económicas, y una posible escalada de los conflictos.

Foto: Dorte Verner/Banco Mundial.

Foto: Dorte Verner/Banco Mundial.

El cambio climático es inevitable, y ningún país es inmune a sus impactos. La evidencia científica abrumadora muestra que este provoca daños ambientales, desastres naturales más frecuentes y fenómenos meteorológicos extremos, como sequías intensas, tormentas, olas de calor, escasez de alimentos y agua, crisis económicas, y una posible escalada de los conflictos.

Foto: Dorte Verner/Banco Mundial.

Foto: Dorte Verner/Banco Mundial.

La AIF prioriza abordar conjuntamente el cambio climático y el desarrollo, centrándose en el aumento de la resiliencia y la creación de empleo en una economía mundial más verde. Los impactos del cambio climático constituyen un gran desafío, pero el apoyo de la AIF está dando resultados.

Por ejemplo, los pequeños países insulares de las islas del Pacífico (i), donde viven más de 2 millones de personas, se enfrentan a problemas como el aumento del nivel del mar y las fuertes tormentas, que amenazan con el desplazamiento, la erosión costera y la destrucción de las barreras de protección naturales. Estos impactos ponen de relieve la necesidad de contar con infraestructura resiliente, como caminos, puentes y puertos, que son cruciales para el acceso a la salud, la educación y las oportunidades económicas.

En el marco del Programa de Transporte Resiliente al Clima en el Pacífico (i), respaldado por la AIF, se mejoraron obras de infraestructura de transporte esenciales en seis países. Se aumentó la resiliencia de las comunidades frente a los fenómenos meteorológicos extremos y al cambio climático. Aproximadamente 380 000 personas en estos países se están beneficiando con un mayor acceso a los servicios de transporte.

La AIF emplea varios instrumentos, uno de los cuales es la opción de giro diferido en caso de catástrofe (CAT-DDO), que le permite movilizar fondos de inmediato de producirse un desastre. Entre 2018 y 2022, se otorgaron CAT-DDO por un total de USD 274 millones a Fiji, Samoa, Tonga, Tuvalu y Vanuatu.

En la isla de Eua, en el este del Reino de Tonga, el negocio de Aloine se enfrentó a un desafío crítico cuando el muelle de 'Eua', esencial para recibir suministros, resultó gravemente dañado, primero por una serie de tormentas y luego por un tsunami provocado por la erupción del volcán submarino Hunga-Tonga-Hunga-Ha'apai (i) en enero de 2022.

En las 24 horas siguientes a la solicitud de asistencia del Gobierno, la AIF proporcionó USD 8 millones en financiamiento a través de una CAT-DDO para respaldar las necesidades de respuesta inmediata de Tonga.

Proyecto de transporte resistente al clima de Tonga: Aloina Havea, copropietaria y operadora de AJ Business Enterprizes.

Foto: Dorte Verner/Banco Mundial.

Foto: Dorte Verner/Banco Mundial.

“Cuando el muelle quedó completamente destruido (...) el buque no pudo acercarse al muelle”, explicó Aloine. “Dependíamos de pequeños botes para sacar nuestras cosas del transbordador. No solo fue muy difícil; era muy peligroso”.
Aloine Havea, isla de Eua, en el este del Reino de Tonga.

El muelle y la mayoría de las instalaciones se restauraron en 2022 con la ayuda de la AIF (i) y el Gobierno de Tonga.

Los países del Sahel pertenecientes al Grupo de lo Cinco (G5) (i) —Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger— muestran cómo los conflictos en curso y el cambio climático pueden crear un círculo vicioso.

Foto: Vincent Tremeau/Banco Mundial.

Foto: Vincent Tremeau/Banco Mundial.

El clima en tiempos de inestabilidad política

Los países del Sahel pertenecientes al Grupo de lo Cinco (G5) (i) —Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger— muestran cómo los conflictos en curso y el cambio climático pueden crear un círculo vicioso. El 78 % de la población de la región depende de la agricultura, y el aumento de las temperaturas y las conmociones climáticas tienen un fuerte impacto en los medios de subsistencia, obligando a los agricultores y pastores a viajar más lejos para obtener pasturas y agua. La inestabilidad política ha debilitado aún más la capacidad de las comunidades para adaptarse al cambio climático. Los conflictos desplazan a la población vulnerable, exponiéndola a los efectos del cambio climático y creando un ciclo destructivo.

¿Sabías que...?

En el Sahel central, las temperaturas están aumentando 1,5 veces más rápido que en el resto del mundo, y es probable que suban de 35,6 °C a 39,7 °C para 2080.

Algunas partes del centro de Níger experimentan temperaturas de 35 °C o más durante más de 300 días al año.

Este país pierde anualmente entre 100 000 hectáreas y 120 000 hectáreas de superficie cultivable debido a la erosión del suelo y la desertificación.

En Burkina Faso, 2,2 millones de personas se enfrentan a niveles de crisis de inseguridad alimentaria. Más de 20 000 personas en el noreste del país corren diariamente el riesgo de morir por inanición y enfermedades.

Fuente: Comité Internacional de Rescate (i).

La AIF en acción

En el Sahel, el 75 % de los pastores migra todos los años en busca de pasturas y agua para sus rebaños. El cambio climático, la creciente inseguridad y el crecimiento demográfico crean tensiones en el uso compartido de recursos naturales cada vez más escasos. Vea cómo la AIF trabaja para mejorar la salud animal, diversificar los ingresos de los hogares, y gestionar sus recursos y conflictos.

Vea una apasionante narración sobre familias de pastores que emprenden una desafiante travesía durante meses desde Mauritania hasta Senegal. Su viaje es un duro recordatorio del impacto del cambio climático en su modo de vida.

Clima e inseguridad alimentaria

El cambio climático y la inseguridad alimentaria se interrelacionan y representan dos de los desafíos de desarrollo más importantes de nuestro tiempo. La inseguridad alimentaria mundial se debe principalmente a fenómenos del cambio climático como las olas de calor, las lluvias intensas y las sequías. Sin embargo, el sistema alimentario mundial aporta significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero y la pérdida de biodiversidad. La producción de alimentos, el uso de la tierra, la cadena de suministro y el desperdicio generan alrededor de entre el 25 % y el 33 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (i).

Centro de investigación agrícola Foulya, Kindia, Guinea.

Fotografía: Vincent Tremeau/Banco Mundial

Fotografía: Vincent Tremeau/Banco Mundial

Con una población mundial proyectada de 9700 millones de personas para 2050 y 11 200 millones para 2100 (i), la demanda de alimentos aumentará, lo que conducirá a la expansión agrícola y al uso insostenible del suelo y los recursos. La agricultura tiene impactos profundos en el medio ambiente, entre ellos el gran consumo de agua, la deforestación, la reducción de la biodiversidad, la extinción de especies y la contaminación hídrica.

El mundo debe encontrar formas de garantizar que todas las personas tengan acceso a alimentos. Lograr esto de manera sostenible es uno de los retos más importantes para eliminar la pobreza en un planeta habitable. Las inversiones en tecnologías agrícolas mejoran considerablemente los resultados ambientales, especialmente en los países de ingreso bajo. Les permitirá aumentar los rendimientos, gestionar los insumos con mayor eficiencia, introducir nuevos cultivos y sistemas de producción, mejorar la calidad de sus productos, conservar los recursos naturales y adaptarse a los desafíos climáticos.

La AIF aboga por un enfoque integral que involucre a los Gobiernos en la adopción de nuevas tecnologías y reconoce que los problemas singulares de cada país o región requieren adaptarse a las condiciones locales. A continuación se presentan algunas formas en que la AIF está impulsando la transformación agrícola.

Un sistema alimentario climáticamente inteligente que pueda alimentar a 10 000 millones de personas.

Vea de qué manera países como Uzbekistán, Rwanda y Pakistán están mejorando sus sistemas alimentarios para beneficiar a las personas, el planeta y la economía.

En Kenya, la AIF ha implementado con éxito soluciones de gestión de riesgos en la agricultura (i) para ayudar a los pequeños agricultores a resistir mejor los impactos del cambio climático. Gracias a seguros asequibles basados en índices meteorológicos, los productores de Kenya están utilizando la tecnología para reducir los riesgos relacionados con el clima. Una combinación de datos satelitales y de estaciones meteorológicas determina si los agricultores son elegibles para recibir compensación en caso de una sequía o lluvias excesivas que afecten sus tierras. Más de 70 000 agricultores de 15 condados de Kenya se benefician con seguros accesibles basados en índices meteorológicos.

En Honduras, la AIF apoyó una serie de proyectos de competitividad rural (i) (COMRURAL-II y III), promueve la actividad empresarial, crea oportunidades de empleo y fomenta estrategias con perspectiva climática e inteligentes desde el punto de vista nutricional en las cadenas de valor agroalimentarias. Se ha aumentado la productividad, la competitividad y los vínculos con el mercado de unos 12 600 pequeños productores rurales de café, productos lácteos, miel y otros alimentos.

Los agricultores adoptaron tecnologías agrícolas mejoradas, que beneficiaron a unos 6287 pequeños productores rurales y crearon 6678 nuevos puestos de trabajo. El primer proyecto movilizó USD 53,5 millones procedentes de instituciones financieras privadas, lo que aumentó la inclusión financiera y la capacidad crediticia de los pequeños agricultores.

COMRURAL III (i), actualmente en curso, tiene como objetivo aumentar la adopción de enfoques climáticamente inteligentes y generar empleo en cadenas de valor agroalimentarias seleccionadas. En caso de una crisis, el componente contingente de respuesta ante emergencias permitirá utilizar recursos no comprometidos de otros componentes del proyecto para cubrir las necesidades de emergencia.

Crisis alimentarias

Según el Informe mundial sobre las crisis alimentarias del PMA (i), en 2023, casi 282 millones de personas en 59 países o territorios sufrieron inseguridad alimentaria aguda y necesitaron asistencia en alimentos y para los medios de subsistencia de manera urgente. Las proyecciones sugieren que, si no se adoptan nuevas medidas, alrededor de 950 millones de personas se enfrentarán a una situación de inseguridad alimentaria grave de aquí a 2030 (i). Es esencial actuar con rapidez, ya que las demoras en la respuesta a estas crisis pueden empeorar la situación.

Varios países clientes de la AIF están experimentando crisis alimentarias en muchos frentes: conflictos regionales, crisis económicas, desastres naturales y altos precios de los fertilizantes y los alimentos derivados de la guerra en Ucrania.

Unos 70 millones de habitantes de los países de África oriental y meridional se enfrentan a condiciones de hambruna. A través del Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios (FSRP) para África oriental y meridional (i), la AIF ha podido mejorar los sistemas de alerta temprana, apoyar a los productores y establecer reservas de alimentos para emergencias. Este incluye un componente contingente de respuesta ante emergencias (CCRE) para conseguir financiamiento de manera rápida.

Plan de Preparación para Crisis de Seguridad Alimentaria

La AIF se centra en el desarrollo integral y sostenible para romper el ciclo de la pobreza y el hambre y ayudar a las personas a salir de esa situación. Por lo tanto, es fundamental prepararse para las crisis alimentarias con los conocimientos y la capacidad para poder anticipar, responder y recuperarse con eficacia de los impactos de conmociones importantes.

Recientemente, el Banco Mundial, en asociación con la Presidencia del Grupo de los Siete (G7), estableció la Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria (GAFS) (i) con el fin de catalizar una respuesta inmediata y conjunta a la crisis mundial del hambre que se está produciendo en muchos países clientes de la AIF.

En colaboración con los asociados humanitarios y de desarrollo multilaterales y bilaterales de la GAFS, el Banco Mundial creó el Panel Global de Seguridad Alimentaria y Nutricional (i), que proporciona datos en tiempo real sobre la gravedad de las crisis alimentarias, la preparación y el financiamiento, y hace un seguimiento de los indicadores clave a través de un mapa mundial interactivo.

Además, en conjunto con diversos organismos de las Naciones Unidas, el Banco Mundial ayuda a los países a elaborar e implementar planes de preparación para crisis de seguridad alimentaria (PDF, en inglés) destinados a mejorar la preparación frente a situaciones importantes de inseguridad alimentaria y nutricional. Esta herramienta básica ayuda a los países a reconocer los signos de una nueva crisis de seguridad alimentaria y nutricional y a responder con eficacia aprovechando los conocimientos y los fondos mundiales.

Estos son solo algunos de los enfoques que la AIF utiliza para transformar los sistemas alimentarios mundiales, garantizando la seguridad alimentaria a largo plazo y, al mismo tiempo, abordando las emergencias a corto plazo.

Más información: ¿Qué es el Plan de Preparación para Crisis de Seguridad Alimentaria? (PDF, en inglés)

Mujer uzbeka vendiendo alimentos en conserva.

Foto: Banco Mundial

Foto: Banco Mundial

Una campesina camboyana, Men Leng, de 40 años, obtiene su primera cosecha con su esposo, Rethy Chey 54, en la aldea de Prey Thom, comuna de Reaksmei Sameakki, distrito de Aoral, provincia de Kampong Speu.

Fotografía: Chor Sokunthea/Banco Mundial

Fotografía: Chor Sokunthea/Banco Mundial

La biodiversidad es nuestro recurso más valioso y el menos apreciado”.

Edward O. Wilson

Cuidar la naturaleza

Alrededor de un tercio de la población mundial (i) depende de los bosques y productos forestales, y más del 90 % de las personas que viven en pobreza extrema los utilizan como medio de subsistencia. Se estima que, para 2030, 46 millones de hectáreas de tierras naturales podrían convertirse en terrenos de cultivo y plantaciones forestales (PDF, en inglés). Esta transformación podría resultar en una pérdida de USD 90 000 millones en el PIB mundial, y con la pérdida de los servicios de secuestro de carbono, los daños potenciales podrían ascender a los USD 225 000 millones. Esto tendría importantes consecuencias para los países, en particular para muchas naciones que reciben asistencia de la AIF, que dependen en gran medida del ecosistema natural para obtener bienes y servicios esenciales, como alimentos y materias primas, polinización y purificación del agua.

Proteger la naturaleza

nos protege

La disminución de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos constituyen una amenaza existencial para el mundo. Según un estudio del Banco Mundial, el colapso de los servicios de la naturaleza podría reducir significativamente el PIB mundial hasta USD 2,7 billones para 2030, y los países de ingreso bajo experimentarían una disminución del 10 % en el PIB anual.

Más del 75 % de los cultivos alimentarios dependen de la polinización animal (i), pero más del 40 % de las especies de insectos conocidas han disminuido en las últimas décadas debido a actividades humanas como la pérdida de hábitats, la degradación, el monocultivo y la sobreexplotación, que podrían conducir a una crisis alimentaria mundial. En combinación con el cambio climático, las acciones humanas tienen un efecto perjudicial en la biodiversidad y los ecosistemas.

La pérdida de biodiversidad y ecosistemas, a su vez, exacerba el cambio climático, creando un círculo vicioso. Sin una acción inmediata y conjunta, el mundo se precipita hacia un punto de inflexión (i), un punto sin vuelta atrás donde la pérdida de biodiversidad y los impactos del cambio climático se vuelven irreversibles y catastróficos.

La AIF se encuentra en una posición única para integrar el trabajo de múltiples sectores y sostener los esfuerzos durante períodos prolongados. La labor de la AIF produce resultados y contribuye a la armonización de la naturaleza. Muchos de los proyectos de la AIF se centran en la conservación de especies y hábitats naturales, así como en la mejora de los medios de subsistencia de las personas que viven de la silvicultura, la pesca y la agricultura.

Por ejemplo, más del 70 % de los hogares de Mozambique dependen de recursos naturales como el turismo, la maderería y la pesca. Un proyecto de gestión del paisaje (i) respaldado por la AIF involucró a la comunidad en la gestión sostenible de la tierra para abordar la deforestación y la pobreza rural.

En Etiopía, la AIF contribuye a la gestión sostenible de la agricultura y el paisaje, al tiempo que combate la deforestación.

Etiopía

Con el apoyo de la AIF, Etiopía se ha convertido en un líder en el ámbito de la gestión sostenible de la tierra (i). Casi 2,8 millones de hectáreas de tierras altas del país se gestionan ahora de manera sostenible, con lo que se beneficia a más de 6 millones de personas. El programa Acción Climática mediante la Gestión del Paisaje (CALM) (i), junto con otras iniciativas de gestión sostenible de la tierra (como el Proyecto de Paisajes y Medios de Subsistencia Resilientes [i]), colaboró con los agricultores: les proporcionó orientación sobre el tema y prácticas agrícolas sostenibles y les ayudó a combatir la deforestación y la degradación forestal contribuyendo a la mitigación del cambio climático, mejorar la salud del suelo, conservar la biodiversidad y garantizar la seguridad de la tenencia de la tierra.

2 % a 3 %

Pérdida anual del PIB agrícola de Etiopía debido a la erosión, la disminución de los recursos naturales y la reducción de la productividad agrícola.

Tsefaye Kidane, un agricultor de café de 40 años de la Reserva de la Biosfera de Kafa, una zona protegida en el suroeste de Etiopía que también se considera como el lugar de nacimiento del café Arábica silvestre.

Foto: Kaia Rose, Connect4Climate/Banco Mundial.

Foto: Kaia Rose, Connect4Climate/Banco Mundial.

Tesfaye Kidane, un productor de café de 40 años que vive en la Reserva de la Biosfera de Kafa, en el sudoeste de Etiopía, una de las zonas donde se implementa el Programa de Gestión Sostenible de la Tierra, heredó una finca de su padre. La calidad del suelo era mala y los cultivos eran irregulares, lo que se agravó debido a décadas de degradación de la tierra.

“Antes de realizar las actividades de conservación del suelo y el agua, la tierra ni siquiera producía pasto para forraje. La vida silvestre que estuvo bajo amenaza de extinción ahora está regresando a medida que plantamos árboles de sombra en los cafetales”.

Con la ayuda del Programa de Gestión Sostenible de la Tierra (i) de la AIF, Kidane ha abordado la erosión del suelo construyendo terrazas en el paisaje escarpado y terraplenes, haciendo compostaje y conservando el suelo.

Gracias a iniciativas como el RLLP (i) y el programa CALM (i) respaldadas por la AIF, Kidane y más de 7,5 millones de agricultores de todo el país han recibido certificados de títulos de propiedad. Este apoyo crucial ha motivado a los agricultores a implementar medidas adecuadas de conservación del suelo y el agua. Han construido terrazas en laderas empinadas y terraplenes, han hecho compostaje a partir de material orgánico y han conservado el suelo, con lo que han ayudado a combatir la degradación medioambiental y han mejorado significativamente la productividad agrícola y los medios de subsistencia. Estos esfuerzos han dado lugar a cambios ambientales positivos notorios, que demuestran el impacto transformador de los proyectos ambientales coordinados en la sostenibilidad ecológica y el bienestar económico de las comunidades agrícolas.

¿Habrá otro brote de COVID-19?

La COVID-19 ha tenido un impacto sin precedentes en todas las personas, y es probable que el mundo deba lidiar con las consecuencias durante décadas. En lugar de esperar a que surja una enfermedad, el mundo debe invertir en medidas preventivas.

Los científicos estiman que el 60 % de las enfermedades infecciosas conocidas y el 75 % de las enfermedades infecciosas nuevas que afectan a las personas provienen de animales. Es poco probable que los epidemiólogos puedan predecir cuándo o dónde se producirá la próxima pandemia. Sin embargo, las pandemias se pueden prevenir, y la salud humana es inseparable de la salud del medio ambiente y de los animales, tanto salvajes como domésticos. Algunas de las enfermedades más conocidas, como la COVID-19, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), el ébola, el VIH y ciertas formas de gripe, se originaron en animales salvajes o de granja.

A medida que los seres humanos invaden hábitats naturales y convierten los bosques en tierras de cultivo, la biodiversidad se dirige hacia una pérdida irreversible. Los bosques actúan como una barrera invisible para contener las enfermedades zoonóticas. La pérdida de hábitat permite que los microbios salten a las poblaciones humanas. El cambio climático acelera el colapso de los ecosistemas, aumentando el riesgo de propagación de patógenos.

Para crear un mundo sin pobreza en un planeta habitable, la AIF prioriza la naturaleza en sus programas e inversiones, y es líder en los ámbitos del financiamiento y el suministro de soluciones de base científica para fines de conservación y restauración. Recientemente, la AIF creó la metodología para hacer el seguimiento del financiamiento relacionado con la naturaleza (i) con el objetivo de identificar, monitorear y rastrear las inversiones que respaldan la biodiversidad, en consonancia con la mayor atención a la naturaleza en el tema especial de la AIF-20 sobre el desarrollo verde y respetuoso del clima.

Mariatu Munu, madre de 45 años, sostiene a su hija, Adam Fofanah, de 12 años, en su casa el 29 de febrero de 2016 en Freetown, Sierra Leona.

Foto: Dominic Chavez/Banco Mundial

Foto: Dominic Chavez/Banco Mundial

¿Está el mundo listo para lo que viene?

El mundo está mejor preparado para el próximo gran brote gracias a los avances tecnológicos producto de años de inversiones en investigación. La pandemia de COVID-19 ha acelerado enormemente el desarrollo de vacunas. Sin embargo, los países de ingreso bajo han tenido dificultades para acceder a ellas (i), porque las naciones ricas dan prioridad a sus ciudadanos. La COVID-19 puso de manifiesto la importancia de la prevención, preparación y respuesta a las pandemias, especialmente en los países de ingreso bajo.

A lo largo de los años, la AIF ha respaldado la prevención y la respuesta durante brotes como la gripe aviar, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), la gripe porcina, el zika y el ébola. Tras el brote de ébola en África occidental y central, la AIF se centró específicamente en fortalecer la preparación para brotes de enfermedades en África subsahariana en la última década.

El doctor Ikomo habla con Julie, en su cubo en el Centro de Tratamiento del Ébola en Beni, región de Kivu del Norte, República Democrática del Congo.

Foto: Vincent Tremeau/Banco Mundial.

Foto: Vincent Tremeau/Banco Mundial.

En 2013, un brote de ébola afectó África occidental (i) devastó las comunidades y destruyó las economías de Guinea, Liberia y Sierra Leona, eliminando muchos de los avances sanitarios, educativos y económicos que estos países habían logrado. En 2018, el ébola afectó a la República Democrática del Congo y saturó los sistemas de salud pública, lo que provocó una rápida escalada y propagación de la enfermedad e interrumpió los servicios sanitarios esenciales y vitales.A través de su Servicio de Respuesta ante las Crisis, la AIF proporcionó financiamiento de emergencia para brindar una respuesta integral durante los brotes. Esta situación puso de relieve la importancia de la cooperación entre los países para prevenir, detectar y responder a los brotes de enfermedades.

En 2016, la AIF puso en marcha el Programa de Mejoramiento de los Sistemas Regionales de Vigilancia de Enfermedades (REDISSE) (i), dirigido inicialmente a Guinea, Senegal y Sierra Leona, antes de ampliarlo a 16 países.

El programa mejoró la vigilancia, las pruebas, el control fronterizo y la prevención y el control de infecciones en África occidental y central, lo que permitió a todos los países participantes responder con rapidez a la pandemia de COVID-19.

Por ejemplo, el Instituto Pasteur de Senegal reforzó su sistema de vigilancia adquiriendo más equipos de laboratorio para realizar pruebas, incluidos equipos de bioseguridad, con el fin de aumentar su capacidad de testeo y garantizar protocolos de seguridad y calidad para las pruebas.

“Pudimos mejorar los sistemas de vigilancia de todo tipo de enfermedades en Senegal. Los equipos suministrados nos permitirán detectar rápidamente [enfermedades] y mejorar nuestra capacidad para movilizar recursos y responder a brotes de enfermedades como el coronavirus”.
Dr. Amadou Alpha Sall, director general del Instituto Pasteur.

Muestra de pruebas covid en un laboratorio en Benin. Financiado por el Banco Mundial, el Proyecto de fortalecimiento de los sistemas regionales de vigilancia de enfermedades (REDISSE III) ha proporcionado a Benin equipos de cuidados intensivos y reanimación para pacientes con COVID-19.

Fotografía: Kudjo Kaglan/Banco Mundial.

Fotografía: Kudjo Kaglan/Banco Mundial.

Las enfermedades trascienden las fronteras

La AIF brinda apoyo a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (CDC) (i) para combatir las epidemias y promover las prioridades cruciales en materia de salud pública. Dio apoyo para la vigilancia de enfermedades y la respuesta a brotes de enfermedades infecciosas en zonas transfronterizas y reforzó los laboratorios.

El proyecto vinculó a las instituciones de salud pública existentes, mancomunó las capacidades de las autoridades sanitarias nacionales y respaldó la creación de la Red Regional Integrada de Vigilancia y Laboratorios (RISLNET) (i) en todas las regiones africanas. También estableció mecanismos de respuesta de emergencia para gestionar las enfermedades a escala regional y continental.

Los CDC de África respondieron rápidamente a la COVID-19 ayudando a los países en la distribución de las vacunas y la implementación de sistemas de seguimiento para el reparto de estas, y la creación de la cadena de frío.

Fredrick Omondi Ngesa realiza pruebas de aseguramiento de la calidad para los medicamentos que llegan a la Autoridad de Suministros Médicos de Kenia (KEMSA).

Foto: Sarah Farhat/Banco Mundial

Foto: Sarah Farhat/Banco Mundial

Combatir la COVID-19 y prepararse para futuras pandemias

Camboya ha mejorado proactivamente su laboratorio nacional para alcanzar el nivel 3 de bioseguridad (i), fortaleciendo así su capacidad de manejar bacterias y virus de alto riesgo. La modernización mejorará las capacidades del país en materia de vigilancia, seguimiento de brotes, diagnóstico de enfermedades e investigación en salud pública.

Al adoptar el enfoque “Una Salud” que integra la salud humana, animal y ambiental, Camboya está aumentando su preparación para prevenir, estar lista y responder a futuras amenazas pandémicas. Además, el país está trabajando diligentemente en la implementación de un sistema de visualización de paneles en tiempo real para mejorar la gestión de datos sobre pandemias y la preparación frente a estas.

Un técnico del Laboratorio Nacional de Referencia, Ministerio de Salud, realiza una prueba de COVID-19.

Foto: Banco Mundial

Foto: Banco Mundial

Prevenir es mejor que curar

Desiderio Erasmo

La prevención es un bien público mundial

El número de brotes de nuevas enfermedades infecciosas ha aumentado a varios centenares anuales desde el año 2000. A pesar de la tragedia de la COVID-19, el mundo aún debe unirse para prevenir futuras pandemias en lugar de responder a ellas. Según un estudio del FMI, las pérdidas económicas desde la pandemia se aproximarían a USD 13,8 billones hasta fines de 2024.

La prevención es un bien público mundial que requiere un enfoque basado en el riesgo, y resulta altamente eficaz. Se estima que las medidas de prevención de brotes de enfermedades conllevan una tasa de retorno del 86 % e importantes cobeneficios.

El enfoque Una Salud (i) del Banco Mundial es un planteamiento colaborativo que tiene como objetivo fortalecer los sistemas de prevención, preparación, detección, respuesta y recuperación de enfermedades infecciosas. La AIF utiliza herramientas como la vigilancia y la presentación de informes (i) para mejorar la seguridad sanitaria mundial y lograr avances en el ámbito del desarrollo.

Los niveles de desnutrición crónica (retraso en el crecimiento) siguen siendo altos en la RDP Lao. El Banco Mundial está trabajando con el gobierno de Laos y los socios para el desarrollo a fin de ayudar a garantizar la nutrición y la seguridad alimentaria mediante la asistencia social y las opciones de subsistencia, mejorar las prácticas de atención infantil y el acceso a los servicios de salud, así como proporcionar agua potable, saneamiento e higiene.

Foto: Phoonsab Thevongsa/Banco Mundial.

Foto: Phoonsab Thevongsa/Banco Mundial.

Desastres provocados por el hombre

El mundo se encamina hacia un futuro en el que los fenómenos meteorológicos extremos y la disminución de los recursos naturales superan la capacidad de la Tierra para sustentar a los seres humanos. Los desastres provocados por el hombre, como las tendencias recientes del calentamiento global, los ciberataques, la inseguridad económica, las pandemias, las guerras, la radiación nuclear y la inteligencia artificial plantean amenazas existenciales para la humanidad.

Crisis de la deuda

Debido a un nivel de deuda inmanejable, la pandemia de COVID-19 puso de manifiesto que los países de ingreso bajo no podían satisfacer necesidades críticas como la salud y la educación. En 2022, los saldos de deuda externa combinados  de los países que pueden recibir financiamiento de la AIF ascendieron a una cifra récord de USD 1,1 billones y estos pagaron USD 88 900 millones en concepto de costos del servicio de la deuda.

Se han producido algunos acontecimientos positivos: con la ayuda de la AIF, Somalia alcanzó el punto de culminación de la Iniciativa para los PPME (i), lo que permitió a la AIF reanudar sus actividades con el país. La AIF ayuda a los países desde 2020 a mejorar la transparencia de la deuda y la sostenibilidad fiscal a través de su Política de Financiamiento Sostenible para el Desarrollo.

Guerra en Ucrania

La guerra en Ucrania ha elevado los precios de los productos básicos agrícolas, lo que ha afectado a muchos países clientes de la AIF (i). Rusia y Ucrania son importantes productores mundiales de alimentos y responsables de una parte significativa de la producción agrícola mundial. Entre 2018 y 2020, produjeron el 34 % de la producción mundial de trigo, el 17 % de maíz, el 73 % de aceite de girasol y el 27 % de cebada, lo que pone de relieve su papel crucial en la cadena de suministro alimentaria global.

La crisis alimentaria empeoró cuando numerosos países comenzaron a imponer restricciones comerciales a los alimentos y fertilizantes. En respuesta, la AIF amplió la protección social a corto plazo y desarrolló resiliencia a largo plazo aumentando la productividad e implementando programas de agricultura climáticamente inteligente.

Lea sobre cómo la guerra en Ucrania amplifica una crisis alimentaria que ya prevalece en África occidental y en la región del Sahel (i).

Alianzas mundiales para abordar los desafíos mundiales

En la misión de la AIF, las alianzas son centrales. La AIF colabora con asociados multilaterales en la tarea del desarrollo, organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, grupos de estudio y otras partes interesadas para abordar los desafíos mundiales y poner fin a la pobreza en un planeta habitable. También trabaja con organismos de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales —entre ellas Unicef, ACNUR, UNOPS, la OMS, la OMC y el CICR— para fortalecer la resiliencia de los países y, al mismo tiempo, respaldar su desarrollo a largo plazo.

En Afganistán (i), canaliza donaciones a organismos de las Naciones Unidas y organizaciones internacionales para apoyar la prestación de servicios esenciales, como alimentación, abastecimiento de agua, salud, educación y creación de empleo. Estas donaciones y los USD 1500 millones proporcionados a través del Fondo Fiduciario para la Resiliencia de Afganistán benefician a más de 25 millones de afganos. Estos fondos seguirán apoyando la prestación de servicios esenciales en todo el país, especialmente aquellos que ayudan a las mujeres, y serán administrados de manera independiente fuera del control del Gobierno talibán provisional.

En Yemen (i), en asociación con Unicef, la OMS y UNOPS, apoya 2200 centros de salud para brindar servicios de atención prenatal a 590 000 embarazadas y proveer vacunas para 1,3 millones de niños. Más de 530 000 personas tienen acceso a servicios rehabilitados de abastecimiento de agua, y 390 000 personas tienen acceso a servicios de saneamiento.

La IDA colabora con los asociados multilaterales para el desarrollo, las organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, los grupos de reflexión y otras partes interesadas para abordar los desafíos globales y poner fin a la pobreza en un planeta habitable.

Foto: iStock/1462079677

Foto: iStock/1462079677

¿Qué distingue a la AIF?

La AIF se sitúa en una posición ventajosa para ayudar a los países a prepararse mejor para hacer frente a las crisis, aprovechando su experiencia en materia de asistencia en casos de desastres naturales. Su estrategia integral de gestión de crisis la diferencia de otras instituciones.

  • La entidad mantiene una participación activa y la necesidad de desarrollo a largo plazo para integrar la gestión del riesgo de crisis y la resiliencia en la agenda de desarrollo.
  • El modelo de la AIF impulsado por los países facilita soluciones que se adaptan a las necesidades específicas y permite transferir conocimientos a nivel mundial.
  • El financiamiento para fines generales de la AIF ayuda a los países a priorizar la preparación para las crisis que se adapta a sus perfiles de riesgo a nivel nacional, y a responder en forma flexible y a escala ante el surgimiento de una crisis.
  • El alcance mundial de la entidad la habilita para brindar apoyo de gran magnitud, tal como servicios de asesoría, evaluaciones de riesgos, financiamiento y diseño de proyectos en diversos sectores.
  • La sólida presencia de la AIF sobre el terreno le permite complementar la experiencia mundial con conocimientos locales sobre la preparación para las crisis, especialmente en los pequeños Estados, en los que las soluciones más adecuadas para cada caso particular resultan vitales.
  • Los instrumentos de financiamiento de la entidad acordados en forma anticipada incentivan la preparación para hacer frente a las crisis. A diferencia de los actores humanitarios, el mandato de la AIF requiere de una labor continua en los países durante largos períodos después de las emergencias.

Más allá de la preparación, la AIF respalda inversiones que no dependen de conmociones específicas, como la mejora de la gobernanza y de las instituciones para responder a las crisis, la adopción de procesos de toma de decisiones basados en el riesgo y el establecimiento de sistemas de protección social para las comunidades y los hogares vulnerables. Además, invierte en sistemas de gestión de emergencias para garantizar una mayor coordinación interinstitucional durante las crisis.